viernes, 13 de marzo de 2009

Historia: Desastre de Annual.

Desastre de Annual:

El Desastre de Annual fue una grave derrota militar española ante los rifeños comandados por Abd el-Krim cerca de la localidad marroquí de Annual, el 22 de julio de 1921, que supuso una redefinición de la política colonial de España en la Guerra del Rif.
La crisis política que provocó esta derrota fue una de las más importantes de las muchas que socavaron los cimientos de la monarquía liberal de Alfonso XIII. Así, los problemas generados por Annual fueron causa directa del golpe de Estado y la Dictadura de Miguel Primo de Rivera.

Antecedentes:

El 12 de febrero de 1920 el general Manuel Fernández Silvestre tomó posesión del cargo de Comandante General de Melilla. Con la idea de llegar hasta la bahía de Alhucemas, centro de operaciones de las tribus rifeñas más belicosas, en enero de 1921 empezó el avance para acabar con la escasa resistencia existente. La empresa era arriesgada, ya que los soldados españoles, en su mayoría procedentes de reclutas forzosas, estaban muy poco entrenados, mal pagados y alimentados, pésimamente armados (con fusiles y artillería pesados y anticuados) y peor calzados (abarcas y alpargatas), se desmoralizaban enseguida y tenían verdadero pavor a los rifeños. Había asimismo serios problemas de corrupción tanto a nivel de intendencia y oficialidad como entre la tropa, que vendía sus propios fusiles y municiones a los rifeños.
Sin embargo, entre mayo de 1920 y junio de 1921 Silvestre protagonizó un espectacular progreso, rápido e incruento: avanzó 130 kilómetros sobre el Rif en un total de 24 operaciones, estableciendo 46 nuevas posiciones sin apenas sufrir bajas. Todos en España creían que por fin se alcanzaría la bahía de Alhucemas y finalizaría la sangría de Marruecos.
Pero tal ilusión pronto se derrumbó de manera cruenta. Silvestre había cometido el error de no desarmar a las tribus rifeñas cuya lealtad había comprado y precisamente por esto, extendió mucho más de lo prudente sus líneas de abastecimiento. Las fuerzas de la comandancia de Melilla se distribuyeron entre nada menos que 144 puestos y pequeños fuertes o blocaos, a lo largo de 130 kilómetros de zona ocupada, con una parte de ellos dedicados, además, a tareas puramente burocráticas. Los blocaos se situaban siempre aprovechando los lugares altos, pero pesar de que desde estas posiciones se podían dominar amplias zonas, normalmente no había agua, lo que obligaba a ir por ella con reatas de mulas periódicamente, a veces a diario. La distancia entre estos emplazamientos era variable, de 20 a 40 kilómetros, según el terreno, y con fuerzas tan repartidas no era posible hacer frente de manera eficiente a un ataque del enemigo. Las condiciones de los soldados, ya de por sí malas, eran pésimas en los blocaos. Los suministros escaseaban, durante el día hacía mucho calor y por la noche mucho frío. Las ratas y los piojos eran habituales en fortificaciones y campamentos.
Así las cosas, en mayo de 1921, el grueso del ejército español estaba en el campamento base instalado en la localidad de Annual. Desde allí Silvestre esperaba realizar el avance final sobre Alhucemas.

La ocupación de Abarrán:

A finales de mayo, una delegación de la cabila de los Tensamán convenció a Silvestre para que cruzara el río Amerkan y estableciera una posición en el monte Abarrán, en contra de las órdenes de su jefe, el Alto Comisario de España en Marruecos, general Berenguer. Un contingente de 1.500 hombres, al mando del comandante Villar, llegó a la posición la mañana del 1 de junio de 1921, estableciendo una base fortificada. Al mando de la posición quedó el capitán Juan Salafranca Barrios, cuyas fuerzas consistían en la harka amiga de Tensamán, unos 200 policías indígenas y 50 soldados españoles, y Villar se volvió a Annual. Cuando los rifeños comenzaron el ataque a las 18:00, la harka de Tensamán se les unió, así como muchos de los policías rifeños. Los españoles sufrieron 141 bajas, incluyendo a todos los oficiales, a excepción del teniente de artillería Diego Flomesta Moya, al que los rifeños dejaron vivo para que arreglase los cañones y les enseñase a usarlos.

Decidido por el éxito, Abd el-Krim dirigió entonces sus tropas contra la posición costera Sidi Dris, a la que llegó la madrugada del día siguiente, 2 de julio. Sidi Dris fue asaltada durante 24 horas, siendo rechazados por la defensa realizada por el comandante Julio Benítez, que tuvo 10 heridos (él mismo incluido), por 100 rifeños muertos.
A pesar del fracaso de Sidi Dris, la toma de Abarrán demostró a los rifeños la vulnerabilidad de los españoles. Abd el-Krim no dudó en exhibir los cañones y el material tomados, convenciendo a los rifeños que unidos podrían derrotar a Silvestre y obtener un gran botín, de modo que en pocos días los efectivos de su harka pasaron de 3.000 a 11.000 hombres.
Silvestre, creyendo que se trataban de acciones aisladas, no adoptó ninguna medida especial. Ocupó en respuesta Igueriben el 7 de junio de 1921, manteniendo de ese modo una posición adelantada entre Izumma y Yebbel Uddia, con la idea de defender el campamento de Annual por el lado sur. Después marchó a Melilla, para entrevistarse con su superior, el Alto Comisario Berenguer, y solicitarle refuerzos, municiones, víveres para la población y dinero para comprar a los rifeños antes de iniciar la ofensiva final.

El desastre:

La caída de Igueriben :

El 17 de julio Abd el-Krim, lanzó un ataque sobre todas las líneas españolas, Igueriben, guarnecida por 350 hombres al mando del comandante Benítez, no tardó en quedar sitiada.

La caída de Annual:

Tras estos sucesos se concentraron alrededor del campamento gran cantidad de fuerzas enemigas, mientras que la moral del ejército español caía por los suelos.
El 22 de julio Annual acogía a unos 5.000 hombres (3.000 españoles y 2.000 indígenas), con una fuerza de combate de 3 batallones y 18 compañías de infantería, 3 escuadrones de caballería y 5 baterías de artillería. Sobre ellos iban a lanzarse unos 18.000 rifeños al mando de Abd el-Krim, armados con fusiles y espingardas.
Al rayar el alba, Silvestre dudó entre la evacuación inmediata y la espera de la llegada de refuerzos. Las dudas se despejaron cuando se tuvieron noticias del avance de tres columnas rifeñas de unos 2.000 hombres cada una. Ante esta información, el general ordenó evacuar, anunciando su intención de replegarse a los fuertes de Ben Tieb y Dar-Drius, posición ésta última, que reunía las características para albergar gran cantidad de tropa y con el abastecimiento de agua muy fácil.
Cuando las tropas españolas abandonaron el campamento, comenzaron a ser disparados. En ese momento comenzó el caos: los dos convoyes de evacuación de mezclaron sin ningún tipo de orden de hombres, mulos y material. En medio de la confusión, los oficiales perdieron el control de la situación. Sin nadie que cubriera su retirada, los hombres trataron de ponerse a cubierto de las balas corriendo hacia delante. Los carros, el material y los heridos comenzaron a ser abandonados; muchos oficiales escaparon ajenos a su deber, y la retirada ordenada no tardó en convertirse en una desbandada general bajo el fuego de los rifeños.

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