Masacre de Múnich.
La denominada masacre de Múnich tuvo lugar en la ciudad de Múnich, en el estado de Baviera (Alemania) el 5 de septiembre de 1972, durante la XX edición de los Juegos Olímpicos de verano. Ese día un comando de terroristas palestinos denominado Septiembre Negro tomó como rehenes a once de los veinte integrantes del equipo olímpico de Israel. El ataque condujo finalmente a la muerte de los once atletas israelíes, de cinco de los ocho terroristas y de un oficial de la policía alemana.
El 4 de septiembre, los atletas israelíes habían estado disfrutando de una salida nocturna por la ciudad, antes de regresar a la villa olímpica. Hacia las 4:40 del día 5, mientras los deportistas dormían, ocho miembros del grupo terrorista palestino Septiembre Negro, vestidos con chándal y llevando pistolas y granadas en bolsas de deporte, escalaban la verja de dos metros que rodeaba el complejo. Fueron ayudados por deportistas del equipo estadounidense que desconocían su verdadera identidad y que creían que, como ellos, querían acceder furtivamente a sus apartamentos tras una noche de diversión.
El grupo exigía la liberación de 234 palestinos presos en cárceles israelíes y dos más encarcelados en Alemania, así como su traslado seguro a Egipto. La respuesta de Israel fue inmediata y contundente: no habría negociación.
Las autoridades alemanas, bajo la dirección del canciller Willy Brandt y el ministro del Interior Hans-Dietrich Genscher rechazaron el ofrecimiento por parte de Israel de enviar un grupo de fuerzas especiales de su país. La policía alemana que tomó parte en la operación, no contaba con entrenamiento especializado en operaciones de rescate de rehenes.
El plazo para la ejecución de los deportistas pasó de tres a cinco horas tras las conversaciones llevadas a cabo por las autoridades germanas. Finalmente los terroristas exigieron un transporte para El Cairo. Las autoridades fingieron llegar a un acuerdo y, a las 22:10, dos helicópteros transportaron a los asaltantes y a sus rehenes a una base aérea en penumbra próxima a Fürstenfeldbruck, donde un avión Boeing 727 de Lufthansa les estaba esperando. Los secuestradores creyeron que estaban en Riem, el aeropuerto internacional cercano a Munich. Las autoridades habían planeado un asalto sobre ellos en el aeródromo.
A media noche, se exigió a los secuestradores que se rindieran. Cuatro minutos más tarde, uno de los terroristas saltó del primer helicóptero lanzando una granada a su interior, que explotó con cuatro atletas israelíes y un piloto en su interior. Antes de que el fuego de la primera explosión alcanzase el depósito de gasolina del segundo helicóptero, Luttif Afif y otro secuestrador salieron del aparato y comenzaron a disparar a la policía. Éstos respondieron a los disparos, abatiendo a ambos. Los rehenes del segundo helicóptero murieron durante el tiroteo (posteriormente se señalaría que fueron ametrallados por un tercer asaltante). Los tres terroristas restantes fueron capturados.
Sorprendentemente, la competición olímpica solo se suspendió por un día, el 5 de septiembre, a pesar de que diferentes personalidades pidieron su suspensión. El presidente del Comité Olímpico Internacional, Avery Brundage, y otros miembros del COI decidieron que los terroristas no podían condicionar la celebración de los juegos. Al día siguiente se celebró en el estadio olímpico un memorial por los muertos al que asistieron 80.000 espectadores y 3.000 atletas. Avery Brundage no hizo ninguna referencia a los deportistas asesinados durante su discurso, en que elogiaba la fuerza del movimiento olímpico. Este hecho enojó a los israelíes y a mucha de la gente allí presente.
Como muestra de duelo, durante el acto, la bandera olímpica se izó a media asta junto con la mayoría de las banderas nacionales de los países presentes en los juegos, a excepción de los países árabes, los cuales exigieron que sus enseñas ondeasen en lo alto del mástil. Las naciones árabes de donde eran los terroristas lo veían como una claudicación frente a Israel.
El 5 de septiembre el equipo olímpico israelí anunció que abandonaba Munich, siendo especialmente protegidos por las fuerzas de seguridad. El equipo egipcio dejó los juegos el 7 de septiembre, temiendo posibles represalias.
Los familiares de las víctimas solicitaron al COI levantar un monumento permanente en memoria de los atletas fallecidos, pero éstos declinaron la petición, alegando que el hecho de hacer una referencia explícita a las víctimas podría enojar al resto de la comunidad olímpica.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario