miércoles, 17 de junio de 2009

Secuestro de Miguel Ángle Blanco.



Durante el secuestro del concejal elegido por el pueblo, Miguel Ángel Blanco Garrido, toda España salió a la calle rogando a los terroristas que no cumpliesen su amenaza de asesinar al joven concejal. Todas las tendencias políticas: la izquierda, la derecha, el centro, los nacionalistas... TODOS, todos salieron a la calle para protestar por aquella amenaza vil y cobarde, con la esperanza de que los terroristas no cumpliesen lo que tan fríamente habían prometido...
Pero no sirvió para nada aquella gigantesca movilización espontánea de todos los pueblos que forman España... NO SIRVIÓ PARA NADA. Los terroristas ataron a su nueva víctima las manos a la espalda, lo llevaron a un monte y le pegaron dos tiros en la cabeza... Era el día 13 de julio de 1997.
ETA es así. Una vil organización de asesinos, extorsionadores, secuestradores y mafiosos compuesta y apoyada por SÓLO UN OCHO POR CIENTO DE LOS VASCOS, cuyo porcentaje, trasladado al conjunto de España, rondaría UN MISERABLE 0'4 POR CIENTO... Pero ellos se creen en el derecho de matar indiscriminadamente "EN NOMBRE DEL PUEBLO..." ¡Qué cínica ironía!.







Tras el asesinato de Miguel Ángel Blanco, mucha gente del entorno de ETA se reunió en las Herriko Tabernak, posiblemente para celebrar el crimen bebiendo vino. A la vez, los vascos de bien, la inmensa mayoría de los vascos, salieron a la calle llorando de impotencia, y cuando vieron con qué descaro "presumían de la hazaña" los simpatizantes de ETA, no pudieron evitar enfrentarse a ellos.
Los que componen el entorno de ETA, siempre tan "valientes", eso sí, sintiéndose apoyados por las bombas y pistolas de los terroristas, se ponían pálidos, temblaban, corrían como conejos perseguidos por la ira del pueblo... Pero el pueblo no es como ellos. El pueblo no mata. El pueblo protege. Por esa misma razón fueron protegidos por la Ertzaintza (Policía Vasca) para evitar que fueran linchados, fueron protegidos por esa misma Ertzaintza que también ha sufrido los atentados de ETA y que se quitó los pasamontañas para abrazarse al pueblo sublevado contra los terroristas.
Después, sabiendo los vascos que no se debe utilizar la violencia contra nadie, empezaron a gritar consignas a los asesinos de ETA para hacerles comprender que la mayoría de los vascos no son como ellos, y mil veces les repitieron centenas de miles de voces: "ETA, ESCUCHA, AQUÍ TIENES MI NUCA..."






Las casas de Bilbao, la más importante ciudad del País Vasco, se quedaron vacías. La inmensa mayoría de los vascos salieron a la calle llorando por el asesinato del joven concejal y tratando de hacer comprender al grupo terrorista ETA que no están de acuerdo con sus actitudes asesinas y mafiosas.
Desde el preciso momento en que secuestraron a Miguel Ángel Blanco, todas las calles del País Vasco se llenaron de personas protestando por el sádico ultimátum de ETA.
Algunos vascos estaban convencidos de que aún había algo de humanidad en los terroristas y creían que el concejal sería liberado pero, desgraciadamente, se equivocaron. Desde aquel día, algunos concejales del partido que apoya a ETA han dimitido y se han desligado del entorno, aun a riesgo de que los asesinos tomen represalias contra ellos. Entre los votantes del partido que apoya a ETA también ha habido una importante cantidad de deserciones, finalmente hartos y asqueados por la extraordinaria vileza de los asesinos de ETA.
Nadie debe olvidar nunca lo que ocurrió durante el secuestro y asesinato de Miguel Ángel Blanco Garrido. En aquellas fechas realmente HABLÓ EL PUEBLO.







Toda la juventud vasca y la del resto de comunidades españolas alzó las manos abiertas pidiendo que el joven concejal no fuera asesinado, y una inmensa decepción se apoderó de todos cuando se enteraron del fatal desenlace.
Esperemos que las decepciones que sufre la juventud sólo sean producidas por los terroristas etarras y su entorno. Sería dramático que esta juventud también se sintiese decepcionada como consecuencia de las actitudes viles de algunos "demócratas" que creen que el fin justifica los medios y pretenden vender su alma (y la de sus votantes) al diablo.

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